Marzo es un mes cargado de eventos y efemérides en torno a los ríos (14), los bosques (21), el agua (22) y la meteorología (23), también a la felicidad (20) y la poesía (21). En la vieja normalidad, los medios de comunicación se harían eco de este o aquel evento y su correspondiente día alabando virtudes e iniciativas coincidiendo con la entrada de la primavera. En la nueva anormalidad, entre los dimes y diretes partidistas de la política, o entre el seguimiento de la pandemia y el mantenimiento o relajamiento de las medidas de confinamiento, será difícil que la rabiosa actualidad deje un hueco, aunque sea pequeño, a cualquier otra noticia, y menos si está viene teñida de verde o azul. El Día Internacional de Acción por los Ríos inaugura mañana esta agenda de conmemoraciones.
El Día Internacional de Acción contra las Represas,
por los Ríos, el Agua y la Vida surge del primer Encuentro Internacional de
Pueblos Afectados por embalses celebrado en 1997 en Curitiba (Brasil). Desde
entonces, el 14 de marzo es día de reflexión y reivindicación de ríos libres y
vivos.
En Andalucía es difícil encontrar río que no tenga
presa antigua o nueva, de molino, huerta o hidroeléctrica. Pocos son los
manifiestos en contra de la demolición de barreras, y menos aún las medidas
aplicadas, todo lo contrario. Seguimos pensando que el agua que llevan los ríos
al mar es agua perdida; que todavía faltan más embalses para satisfacer la
demanda de agua de la agricultura, la industria y el abastecimiento; y lo que
es peor que la Directiva Marco del Agua y sus Objetivos de no deterioro
adicional y el buen estado es algo que no va con nosotros, ni con nuestras
masas de agua. De ahí que no nos extrañe que nuestros ríos tengan más de
artificial que de modificado y poco de natural, y que el cumplimiento del Buen
Estado o Potencial sea más tema excepcional que normal y norma.
Hemos avanzado, sí, pero poco, muy poco. Hemos aplazado
el cumplimiento de los objetivos y declarado masas modificadas para rebajarlos,
pero sobre todo hemos seguido haciendo y pensando igual que hace 20 años cuando, de golpe y porrazo, lo ecológico empapó la política de aguas. Ahora en plena
revisión de los planes de demarcación hidrológica, tenemos la posibilidad (y obligación)
de avanzar y repensar el futuro de nuestras masas de agua, de dar un giro
radical hacia la sostenibilidad y afrontar en positivo los retos que hace 20
años asumimos.
Como contribución a este día y a la revisión de la planificación
hidrológica iniciamos una campaña de difusión de las masas de agua de las
demarcaciones hidrográficas delimitadas en Andalucía. El objetivo no es otro que
el de dar visibilidad a nuestros ríos y humedales, y acercar a la ciudanía a
sus orillas y problemática, con la esperanza de que palabras como gobernanza,
participación y educación sean más realidad que temas recurrentes y pendientes
de la gestión integral del agua.
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