martes, 23 de diciembre de 2014

Guadajoz, río y arroyos de sal

La comarca del Guadajoz es una de las zonas salineras más importantes de la Península. Romanos y árabes ya resaltaron lo salado de sus fuentes. Desde la Subbética hasta Valchillón (Córdoba) el Guadajoz recibe aguas saladas de un buen numero de Salados y Saladillos en los surgieron en su día otras tantas salinas de interior.

Río Guadajoz. Aguas abajo del embalse de Vadomojón (Albendín, Córdoba)
En Albendín (Baena), la salina de Vadofresno, aprovechamiento en proceso de recuperación por Gabela de Sal, era una de las cuatro salinas en explotación hasta los años sesenta del siglo pasado del entorno de la localidad. Vadofresno toma las aguas de un potente manantial salado que en verano tiñe de blanco la vega del Guadajoz. Las salinas de Brincas y Consuegra, situadas sobre los arroyos homónimos fueron también salinas de manantial de alta densidad y concentración de sales. Agua abajo, los arroyos del Granadillo y el Barraco de Cuesta Paloma, también alojaron importantes salinas como las del Cucarrón y Cuesta Paloma.
Manantial salado de la Salina de Vadofresno (Albendín, Córdoba)
Salina de Vadofresno (Albendín, Córdoba)
Y si el Guadajoz fue río de sal, el Marbella, afluente por su margen izquierda, río de molinos y agua dulce también tubo sus salinas. Sobre el arroyo de Cea o Saladillo, todavía pueden verse los restos de una de las salinas mejor conservadas de la comarca, las Roblizas.

Río Marbella (Baena, Córdoba)

Salina de Las Roblizas (Baena, Córdoba)
De los tributarios del Guadajoz, el Salado es uno de los más importantes. Desde su cabecera, junto al Parque Arqueológico de Torreparedones, Salinas como las de Tejas Coloras (Baena) y las Yeseras (Castro del Río) justifican el nombre y naturaleza salada de este arroyo.

Arroyo Salado (Baena, Córdoba)

Salina de Tejas Coloras (Baena, Córdoba)
Sigue el Guadajoz cargándose de sal en su curso por la campiña de Córdoba, con arroyos como el Saladillo en Castro del Río y el Montecillo en Espejo. En el primero hasta no hace muchos años se obtenía sal para el consumo local. Sin embargo, es el arroyo del Montecillo, tributario del Río Carchena, afluente del Guadajoz por su margen izquierda, aguas arriba de Santa Cruz, el que sin llamarse salado tiene sin duda la salina de interior más importante de Andalucía en tamaño y producción, Duernas.

Arroyo del Montecillo (Espejo, Córdoba)

Salina de Duernas (Espejo, Córdoba)
Más información:
GABELA DE SAL. SALINAS ARTESANAS


domingo, 21 de diciembre de 2014

Algarbe y Carrasco, Arroyos de sal

Hay ríos de pan como el Marbella (Córdoba) y el Guadaira (Sevilla) repletos de molinos de agua que resisten el paso del tiempo con más o menos suerte. Hay ríos de fruta y hortaliza como el Guadajoz y el Genil (Córdoba) en los que todavía podemos observar ruedas o norias hidráulicas fuente de matrinches y acequias de huertas centenarias. Hay ríos de luz, como el Guadiaro (Cádiz) y Guadalhorce (Málaga) pioneros en el aprovechamiento hidroeléctrico de las corrientes de agua. En cada uno de estos ríos molinos, norias, ruedas, batanes y fábricas de luz contribuyen de forma especial al patrimonio histórico de Andalucía, en su contexto hidráulico e industrial, y son objeto de protección y puesta en valor desde diferentes iniciativas.

Hay ríos también de azufre y cobre como el Tinto y el Odiel (Huelva) y de carbón como el Guadiato (Córdoba) que construyen paisajes culturales en el ámbito de la minería e industria, reconocidos por las administraciones y objeto también de protección y puesta en valor. Pero hay también ríos de sal, mineros o agrarios, en los que a partir de lo salado de sus aguas se construye un paisaje cultural escasamente reconocido, protegido y menos objeto de puesta en valor.
El río Salado de Porcuna (Córdoba-Jaén) es uno de los principales afluentes de la margen izquierda del Guadalquivir. Saladas son sus fuentes, el arroyo Salado que desde tierras de Martos baja hacia Porcuna y El Saladillo que recorre la Campiña Alta de Baena y antiguos dominios de la Orden de Calatrava, como La Higuera, Santiago y Valenzuela.
Del Saladillo, los arroyos Carrasco y Algarbe se unen aguas arriba de Valenzuela. Sus aguas saladas tiñen de blanco la tierra calma de Santiago y Baena. En un primer inventario sobre el patrimonio salinero de esta comarca, sobre el Arroyo Carrasco hemos localizado dos salinas en plena explotación hasta mediados del siglo pasado, la salina de Tejero (Santiago) y La Cañá de los Harneros (Albendín, Baena).
Salina de Tejero (Santiago de Calatrava, Jaén)
La salina de Tejero con apenas 2.200 m2 se localiza en la base de cerro del mismo nombre, a unos 200 metros de la carretera local provincial JA-4312. Hoy a penas son reconocibles los restos del calentador y las eras de cristalización. De la salina de La Cañada de los Harneros, con dos conjuntos de piletas de unos 1000 m2, apenas se reconocen los restos del grupo superior.



Arroyo de la Cañada de los Harneros (Albendín, Córdoba)
Antes de su unión con el Algarbe, el arroyo del Carrasco recibe las aguas, como no, saladas del Vaquillero, una de los arroyos salados más importantes de la comarca por número y tamaño de sus salinas, en plena explotación hasta el último tercio del siglo. Comenzamos este recorrido por el Vaquillero en el poblado y salina de Fuentidueña (Baena) junto a la carretera CO-5201, una salina pequeña con apenas 700 m2 en la margen derecha del arroyo del Aguilarejo. Seguimos arroyo abajo hasta llegar a la Salina de San José de Cobatillas, con casi 5000 m2 bordeando la margen izquierda del Vaquillero. Como en los casos anteriores, poco queda de estas dos salinas, salvo una inscripción en el Cortijo de San José relativa a la reconstrucción de la salina en los años cuarenta.

Arroyo del Vaquillero (Baena, Córdoba)
Salina de San José (Baena, Córdoba). Noviembre 2013
Salina de San José. Años 1950. Foto: José María Gallego
De la Salina de San José pasamos al entorno de la Laguna y Salina del Rincón del Muerto, sin duda una de las salinas históricas más importantes de Baena, con más de 11.100 m2, citada en diferentes fuentes documentales desde al menos el siglo XVI, y en explotación hasta los años 80 del siglo pasado.
Salina del Rincón del Muerto (Baena, Córdoba)
Y del Carrasco pasamos al Algarbe, cuyo nombre nos recuerda vientos de campiña y sal como el cierzo, típico del entorno del paraje del Butaguillo en Baena y la Salina de Tejas Coloras. Sobre el Algarbe, en el límite de Baena con Valenzuela, nos encontramos con la salina del Conejo, Rosales o del Justo, visible desde la A3136. Como las anteriores poco queda de esta salina. Sus piletas y calentadores quedan bajo los sedimentos de las inundaciones periódicas del arroyo y en la memoria de sus antiguos propietarios.
Arroyo del Algarbe (Baena, Córdoba)

Salina del Conejo (Baena, Córdoba)
Ya en Valenzuela, aguas debajo de la unión del Algarbe y El Carrasco recordamos otra de las grandes salinas de Córdoba con más de 6700 m2, Santa Lucia o la del Moco, en explotación hasta finales del siglo pasado.

Salina de Santa Lucía (Valenzuela, Córdoba). 1950
Salina de Santa Lucía (Valenzuela, Córdoba). Septiembre 2014
Algarbe, Carrasco, o Vaquillero son ejemplos de arroyos salados, ríos de sal en el olvido salvo cuando llueve y se desbordan cortando carreteras comarcales. De ahí que la administración solo se fije en ellos cuando truena para canalizarlos y reconducir sus aguas bajo alcantarillas y puentes.
Los salados, son generalmente arroyos de escasa aportación y tamaño, pero con grandes zonas inundables, que han sido ocupadas primero por salinas y cereal, ahora por nuevos olivares. Son arroyos muy modificados desde el punto de vista hidromorfológico, alteración que viene a disminuir la riqueza de especies ya baja por la alta salinidad de forma natural, pero de alto valor por su marcado carácter halófito.

El conjunto de valores naturales y culturales, su rareza, singularidad y fragilidad, serían motivos más que suficientes para despertar el interés y la acción de las administraciones competentes. De la planificación hidrológica, medio ambiente, cultura y ordenación del territorio reclamamos la protección especial y puesta en valor de estos arroyos, un patrimonio integral único y característico de la campiña andaluza.
Más información: GABELA DE SAL

sábado, 20 de diciembre de 2014

Ríos de sal


Arroyo de la Salina (Baena, Córdoba)
Volvemos a encontrarnos después de meses de sequía literaria que no de trabajo y estudio de nuestros ríos. Durante este último año hemos andado por ríos y arroyos salados de Córdoba, Jaén y Sevilla. Cauces como los del Guadajoz, Salsum Flumen, el río Cabra, o el Salado de Porcuna se tiñen de blanco en verano y nos recuerdan tiempos pasados de gloria y Oro Blanco.
Arroyos como el Vaquillero, Cea, Granadillo, Saladillo y un buen número de Salados de las dos grandes cuencas de Córdoba, la del Guadajoz y el Genil, guardan otras tantas fuentes, pozos y manantiales salados que durante cientos de años permitieron una actividad económica singular y única, hoy olvidada por la mayor parte de la sociedad, como el aprovechamiento de la sal de interior o de manantial.
Precisamente por lo salado de sus aguas y la irregularidad de sus aportaciones, el aprovechamiento de las manantiales y arroyos salados ha estado aparentemente más cerca del ámbito minero-industrial que el hidrológico. A finales del siglo XIX, tiempos de grandes cambios en la legislación sobre minas, la explotación de los manantiales salados quedaron fuera del ámbito minero [1]. Y así parece que quedaron puesto que posteriores textos normativos sobre la materia poco o nada dicen al respecto.
La sal ha sido tradicionalmente obtenida en minas tradicionales, en grandes salinas del litoral y en algunas explotaciones asociadas a lagunas de interior como las de Fuentidueña (Málaga) y el Gosque (Sevilla), espacios en los que por su volumen de producción y técnicas de extracción justificarían su vínculo con la minería tradicional. Sin embargo, en estos ríos y arroyos, el aprovechamiento de la sal has estado presente hasta mediados del siglo pasado en forma de cientos de salinas de manantial en contexto más próximo a lo agrario que a lo minero, como señalábamos en una entrada anterior [2].
Desde la planificación hidrológica, lo poco atractivo de sus aguas para el abastecimiento y el regadío, las corrientes saladas parece que también quedaron fuera del ámbito de la gestión tradicional de los recursos hídricos, centrada más en corrientes y acuíferos dulces con aguas de mayor “calidad”.
Y si desde el ámbito minero e hidrológico las corrientes saladas parecen que quedaron en el limbo, se nos antoja que lo mismo pasó en materia de medio ambiente. Las aguas saladas de interior son fuente de vida, de hábitat de especial interés y especies singulares de flora y fauna que despiertan el interés de la administración ambiental… siempre y cuando aparezcan en forma de laguna salada con su correspondiente avifauna de interés. Las corrientes saladas quedaron pues como objeto raro de interés para algunos grupos de investigación del ámbito académico como ecosistemas “singulares”, “extremos”, pero también únicos y endémicos en el contexto europeo [3].

Desde Viviendo Ríos subrayamos el valor natural y cultural de nuestras corrientes saladas, valores que por su singularidad y rareza adquieren mayor relevancia en una política común en materia de aguas y medioambiente. Reclamamos también a las diferentes administraciones competentes que despierten del letargo y fomenten estudios de caracterización y en su caso, puesta en valor, de estos ríos y arroyos, generalmente olvidados y abandonados a su mala suerte…

Arroyo del Vaquillero (Baena, Cordoba)

[1] Orden de 25 de Junio de 1871, Los manantiales de agua salada no deben ser objeto de concesión especial minera. En: Legislación de Minas. Madrid. 1875.
[2] MELLADO, E. (2011). Salineros. Campesinos de lo salado. Viviendo ríos. http://viviendorios.blogspot.com.es/2011/12/salineros-campesinos-de-lo-salado.html

[3] ARRIBAS, P.; GUTIÉRREZ-CÁNOVAS, C.; ABELLÁN, P.; SÁNCHEZ-FERNÁNDEZ, S.; PICAZO, F.; VELASCO, J.; MILLÁN, A. (2009). Tipificación de los ríos salinos ibéricos. Ecosistemas 18 (3): 1-13.