Hay ríos también de azufre y cobre como el Tinto y el Odiel
(Huelva) y de carbón como el Guadiato (Córdoba) que construyen paisajes
culturales en el ámbito de la minería e industria, reconocidos por las
administraciones y objeto también de protección y puesta en valor. Pero hay
también ríos de sal, mineros o agrarios, en los que a partir de lo salado de
sus aguas se construye un paisaje cultural escasamente reconocido, protegido y
menos objeto de puesta en valor.
El río Salado de Porcuna (Córdoba-Jaén) es uno de los
principales afluentes de la margen izquierda del Guadalquivir. Saladas son sus
fuentes, el arroyo Salado que desde tierras de Martos baja hacia Porcuna y El
Saladillo que recorre la Campiña Alta de Baena y antiguos dominios de la Orden
de Calatrava, como La Higuera, Santiago y Valenzuela.
Del Saladillo, los arroyos Carrasco y Algarbe se unen aguas
arriba de Valenzuela. Sus aguas saladas tiñen de blanco la tierra calma de
Santiago y Baena. En un primer inventario sobre el patrimonio salinero de esta
comarca, sobre el Arroyo Carrasco hemos localizado dos salinas en plena
explotación hasta mediados del siglo pasado, la salina de Tejero (Santiago) y
La Cañá de los Harneros (Albendín,
Baena).
Salina de Tejero (Santiago de Calatrava, Jaén) |
Arroyo de la Cañada de los Harneros (Albendín, Córdoba) |
Antes de su unión con el Algarbe, el arroyo del Carrasco
recibe las aguas, como no, saladas del Vaquillero, una de los arroyos salados
más importantes de la comarca por número y tamaño de sus salinas, en plena
explotación hasta el último tercio del siglo. Comenzamos este recorrido por el
Vaquillero en el poblado y salina de Fuentidueña (Baena) junto a la carretera
CO-5201, una salina pequeña con apenas 700 m2 en la margen derecha del arroyo
del Aguilarejo. Seguimos arroyo abajo hasta llegar a la Salina de San José de
Cobatillas, con casi 5000 m2 bordeando la margen izquierda del Vaquillero. Como
en los casos anteriores, poco queda de estas dos salinas, salvo una inscripción
en el Cortijo de San José relativa a la reconstrucción de la salina en los años
cuarenta.
Arroyo del Vaquillero (Baena, Córdoba) |
Salina de San José (Baena, Córdoba). Noviembre 2013 |
Salina de San José. Años 1950. Foto: José María Gallego |
De la Salina de San José pasamos al entorno de la Laguna y
Salina del Rincón del Muerto, sin duda una de las salinas históricas más
importantes de Baena, con más de 11.100 m2, citada en diferentes fuentes
documentales desde al menos el siglo XVI, y en explotación hasta los años 80
del siglo pasado.
Salina del Rincón del Muerto (Baena, Córdoba) |
Y del Carrasco pasamos al Algarbe, cuyo nombre nos recuerda
vientos de campiña y sal como el cierzo, típico del entorno del paraje del
Butaguillo en Baena y la Salina de Tejas Coloras. Sobre el Algarbe, en el
límite de Baena con Valenzuela, nos encontramos con la salina del Conejo,
Rosales o del Justo, visible desde la A3136. Como las anteriores poco queda de
esta salina. Sus piletas y calentadores quedan bajo los sedimentos de las
inundaciones periódicas del arroyo y en la memoria de sus antiguos
propietarios.
Arroyo del Algarbe (Baena, Córdoba) |
Salina del Conejo (Baena, Córdoba) |
Ya en Valenzuela, aguas debajo de la unión del Algarbe y El
Carrasco recordamos otra de las grandes salinas de Córdoba con más de 6700 m2, Santa
Lucia o la del Moco, en explotación hasta finales del siglo pasado.
Salina de Santa Lucía (Valenzuela, Córdoba). 1950 |
Salina de Santa Lucía (Valenzuela, Córdoba). Septiembre 2014 |
Algarbe, Carrasco, o Vaquillero son ejemplos de arroyos
salados, ríos de sal en el olvido salvo cuando llueve y se desbordan cortando
carreteras comarcales. De ahí que la administración solo se fije en ellos
cuando truena para canalizarlos y reconducir sus aguas bajo alcantarillas y
puentes.
Los salados, son generalmente arroyos de escasa aportación y
tamaño, pero con grandes zonas inundables, que han sido ocupadas primero por
salinas y cereal, ahora por nuevos olivares. Son arroyos muy modificados desde
el punto de vista hidromorfológico, alteración que viene a disminuir la riqueza
de especies ya baja por la alta salinidad de forma natural, pero de alto valor por
su marcado carácter halófito.
El conjunto de valores naturales y culturales, su rareza,
singularidad y fragilidad, serían motivos más que suficientes para despertar el
interés y la acción de las administraciones competentes. De la planificación
hidrológica, medio ambiente, cultura y ordenación del territorio reclamamos la
protección especial y puesta en valor de estos arroyos, un patrimonio integral
único y característico de la campiña andaluza.
Más información: GABELA DE SAL
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