miércoles, 2 de febrero de 2011

Día mundial de los humedales

No hace mucho celebramos el día mundial de los ríos. Hoy, 2 de febrero, día mundial de los humedales, se conmemora la adopción de la convención sobre humedales celebrada en 1971 en Ramsar (Convenio Ramsar) [1].
Desde 1997 se realizan en este día actos y actividades en torno a la problemática y conservación de estos ecosistemas acuáticos. La celebración de hoy cuenta con dos valores adicionales: la conmemoración de los cuarenta años de la firma de la Convención [2] y el Año internacional de los Bosques [3].
Espero que no falten actos de celebración o denuncia de cada uno de las administraciones competentes, grupos o asociaciones interesadas y, cómo no, de cada uno de nosotros. En este día de charcas y lagunas, entre otros sistemas acuáticos tipificados como humedales, os traigo el relato de uno de esos humedales que la lluvia del año pasado resucitó de la tierra seca. No se trata de una oda a los valores naturales de estos sistemas, tampoco una denuncia sobre su conservación. Más bien sería el relato de una oportunidad (otra) pérdida de reconciliarnos con nuestro entorno natural. Sea mi homenaje a este día, la historia de la Laguna de Consuegra en Albendín [4].

La laguna de Consuegra (1). Albendín, primavera de 2010
El agua no has traído imágenes inéditas por todos los lugares de Andalucía. En Albendín hemos visto el Guadajoz cargado de agua. En su llanura de inundación han aparecido cauces y lagunas antiguas que con la ocupación de esta zona inundable desaparecieron a lo largo del tiempo a base de arado, huertas y olivares.
El agua nos ha traslado en el tiempo y parece que también en el espacio. La campiña se muestra como nunca, verde y en movimiento por el viento, como un mar de olas suaves, salpicado de cortijos a modo de barcas que lo surcan. En el olivar, el verde es plata, signo de salud y casi garantía de cosecha buena, si el calor y el frío no la quiebra. Las lindes y cunetas están llenas de tallos verdes salpicados de morados, azules, rojos, blancos y amarillos de flores que no veíamos hace tiempo. En las pedrizas y eriales, el matorral es más verde, y esas diminutas plantas de rocalla parecen más grandes que nunca.
De esas lagunas que desaparecieron os mostramos algunas imágenes de la de Consuegra. La laguna se encuentra muy cerca de Albendín, a unos 700 metros del Cortijo del mismo nombre, y a poco más tres kilómetros del pueblo por la carretera de Los Noguerones y el camino de Valdehocinos.
Hoy aparece plena de agua ahogando un buen número de olivos. La superficie de la lámina de agua al 1 de mayo se extendería a casi hectárea y media, prácticamente la mitad de la superficie de la laguna original (unas tres hectáreas), algo menos que la superficie de la laguna del Rincón del Muerto en Fuentidueña.
La laguna original sería muy parecida a otras cercanas como la de la Quinta, Rincón del Muerto y la del Salobral, entre otras. Estas se incluyen en el inventario de humedales andaluces y forman parte de la Reserva Natural de las lagunas del Sur de Córdoba. La de Consuegra, formaría parte de un complejo de varias lagunas, como se desprende del nombre del paraje en el que se encuentra, Las Lagunitas, y de la simple observación del entorno cercano. Presentaría una orla de vegetación formada por carrizo, junco y taraje. La vegetación acuática estaría formada por macrófitos adaptados a cierta concentración de sales. Sería fácil ver cigüeñuelas, avocetas y ánades que se reproducirían en la laguna, y otras podrían verse de paso o invernada como el flamenco, el aguilucho, la garza y otros ánades como el pato cuchara o la cerceta.
En la última visita, rápida y casi de paso, sólo paré para sacar algunas fotos. Las orillas aparecen desnudas, sin vegetación, aunque pueden verse ya algunas plantas acuáticas. Entre motosierras y taladores trabajando, poco pájaro había que observar; aún así, puede ver una pareja de azulones entre los olivos.
Me comentan que la laguna no se ve así desde hace cuarenta años. Posiblemente sean más. Con años de agua no sería difícil ver la laguna como la tenemos ahora. Aparecería en períodos de lluvia, y aunque se secara en verano, se mantendría en medio de los campos de cereal que la rodeaban y luego de olivar. En cualquier caso, ya en 1956 se puede observar en la ortofoto correspondiente la puesta en cultivo del lecho de la laguna.
Espero que esta entrada os anime a visitarla, y en el tiempo que se nos muestre como lo que fue, podamos profundizar en su conocimiento, y ojala que en su conservación.
La laguna de Consuegra (2 y final).Albendín, otoño de 2010
Como algunos sueños que al despertar quedaron fuera de la memoria, la imagen de la laguna de Consuegra pasó entre nosotros sin pena ni gloria. El tiempo cura heridas, pone en su sitio a cada uno, y lleva también al olvido.
El sol quema y arrasa con el agua, eso ya lo sabemos. Pero la bomba y el riego sin estar en el agua también acaban con el agua fresca del pozo y de su entorno. Secos como la laguna así aparecen ya los pozos cercanos. La aceituna está gorda y llena de agua, pero la laguna seca, muerta y olvidada.
Ya hay suelo para la grada, para el hoyo y el olivo. Se vuelve a la partida arrastrando con el cinco de oros y como siempre, la naturaleza pierde el cante, el de las veinte o el de las cuarenta. Se juega con oros, pero pintan bastos en un juego perdido de antemano.
Para todos aquellos que hicieron caso de nuestra invitación, gracias por venir y compartir con nosotros la memoria natural de nuestro entorno. Pero para la laguna, mi consuelo. Ni hubo tiempo ni iniciativa de profundizar en su conocimiento y menos en su conservación.

Ojalá que con calma, sin daño ni estropicio, el agua nos haga soñar otra vez con ánades, garzas, flamencos y malvasías. Ojalá que vengan otros tiempos en los que veamos lo natural como algo a conservar en beneficio de la biodiversidad así como en el de nosotros mismos.

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