martes, 12 de octubre de 2021

El Genil en Badolatosa (Sevilla)

Desde las cumbres de Granada, serpenteando entre Córdoba y Málaga, el Genil entra en Sevilla por Badolatosa. Como río grande también de la provincia, el Genil era recibido en su día con un vocerío de martillos sobre piedra en las canteras y minas de la Sierra Cabrera, el gemido de las norias de las Huertas de La Manga, las muelas de los molinos harineros y las turbinas de las primeras fábricas de luz de Malpasillo.

Hoy el Genil llega a Sevilla apenas acompañado del canto de pájaros que anidan en el embalse de Malpasillo y la monodia de la motobomba de gasoil en la vega. Sus huertas enmudecieron al perder norias y gente, y entubar las acequias en las que cantaba la corriente de agua. En los molinos y viejas fábricas callaron también las piedras y turbinas, como los picos y palas de la minería del hierro.

Aun así, Badolatosa sigue siendo paso y alto obligado del camino antiguo de Córdoba a Sevilla; un pueblo que mira al río desde el nuevo parque de ribera y los senderos que recorren sus orillas y terrazas, en los que en noches sin luna se escuchan ecos de ruedas y molinos, barcas que cruzan el río, y la caballería del Tempranillo galopando delante de los Migueletes.



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